De los 40 trabajadores de farmacias contagiados en León 22 continúan aislados

La cruz verde luce con fuerza en las zonas rurales donde estos servicios, hasta ahora invisibles para la administración, se han convertido en un apoyo esencial para los vecinos y en cortafuegos del virus en los centros de salud

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El farmacéutico ahora más que nunca es el agente sanitario de primer orden. Bien lo saben en los pueblos, donde la figura del boticario se ha convertido en esta crisis sanitaria en un servicio imprescindible para garantizar su salud y su tranquilidad. Ante los primeros síntomas de contagio de coronavirus, y ante el temor de acudir a los centros sanitarios, son muchos los vecinos que en una primera instancia acuden a su farmacia de confianza.

Como bien explica, Javier Herradón Muñoz, presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de León, esto ha dejado en una situación especialmente vulnerable a este colectivo. Por eso, desde esto órgano se han reclamado medidas de protección adecuadas para los profesionales, a la vez que se trabajaba en buscar pantallas protectoras, mascarillas, geles de manos, guantes, así como en un protocolo de trabajo para aplicar en el día a día de la oficina de farmacia.

Lamentablemente, a pesar de todo el trabajo realizado por el Colegio de Farmacéuticos cerca de cuarenta personas, entre técnicos y farmacéuticos, se han visto afectados por el virus, tres de ellos incluso fueron ingresados en la UCI, y seis farmacias tuvieron que cerrar sus puertas para poner a su personal en cuarentena. «Afortunadamente, están ya en sus domicilios recuperándose, y han podido contratar personal nuevo con el fin poder continuar con el servicio asistencial», explica Herradón, que confirma que a día de hoy, todas las oficinas de farmacia de la provincia de León se encuentran funcionando y dando el servicio farmacéutico, aunque 22 profesionales se encuentren aún en cuarentena en sus hogares.

Cercanía

«Mucha gente utiliza la farmacia para descargar, como una terapia psicológica»

A pesar de las todas estas dificultades, y de la delicada situación que por lo general atraviesan las farmacias rurales, durante esta crisis están jugando un papel fundamental para los ciudadanos de los pueblos.

Bien lo sabe el farmacéutico de Cabrillanes, y presidente de la Sociedad Española de Farmacia Rural, Jaime Espolita, que considera que las administraciones siguen sin ayudar a la farmacia rural en estos momentos tan difíciles. «Ni antes ni ahora nos facilitan ayudas ni material de seguridad para poder vender», denuncia. Prueba de esta falta de consideración es el hecho de que hasta ahora a las mascarillas se le aplicaba el 21 por ciento de IVA como artículo de lujo, y a partir del lunes estarán a la venta por 96 céntimos, cuando los farmacéuticos la han comprado a sus proveedores a más de un euro». «Si cualquier otro negocio o servicio tuviera que vender su producto más barato de lo que lo compra, se negaría», afirma.

Respecto a su día a día, este farmacéutico afirma que el proceso para que los ciudadanos adquieran los medicamentos es ahora más complicado. «El médico nos hace llegar la receta, preparamos los productos y en muchos casos, yo se los llevo al enfermo», matizó Espolita, teniendo en cuenta que la mayoría de los vecinos de Cabrillanes son personas de edad avanzada. «Nuestra labor consiste en ayudar y ahora más que nunca se demuestra que nuestro trabajo es vocacional», añade.

En toda la comarca de Babia hay solo dos farmacias, una en Cabrillanes y la otra en San Emiliano, por lo que ambas se compaginan con los turnos de guardia, y se los reparten por semanas. «Estamos ante una situación complicada y hacemos todo lo que se puede», afirma. Jaime Espolita señala que anteriormente a esta situación, la sociedad que él preside había solicitado crear un fondo de compensación con excedentes de otras farmacias, al recordar que el sistema de remuneración que está fijado depende de lo que dispensas. «No podemos comparar una farmacia pequeña de pueblo con una urbana», matizó. Una iniciativa que, según su presidente, va bien encaminada pero que ha quedado paralizada por la actual crisis sanitaria.

Cierres temporales

Seis farmacias tuvieron que cerrar temporalmente para poner en cuarentena a toda su plantilla

En la zona de la Vega del Tuerto, Amor López González regenta una farmacia en la localidad de Barrientos, prestando su servicio a todos los vecinos de los nueve pueblos del término municipal de Valderrey. Ante la situación actual, asegura que «en el día a día la gente se está portando fenomenal. Casi todos lo que han hecho ha sido llamar a la farmacia para ir pidiendo medicinas y para que yo junto con el médico _que nos llevamos muy bien y remamos en la misma dirección_ podamos sacar adelante todas las medicaciones y se las hemos ido llevando a sus casas para que no se muevan». No obstante, matiza que «sí que hay gente que prefiere venir directamente a coger lo que le haga falta, pero por lo general nos lo piden desde casa porque todos conocen a alguien que tiene o ha tenido coronavirus por la cercanía con Astorga y La Bañeza que son zonas bastante afectadas y prefieren no arriesgarse a salir».

Pese a que habitualmente repartía las medicinas a domicilio, Amor señala que «no es lo mismo que te dejen la receta, a que ellos te digan por teléfono las recetas a ti para que tú se las pidas al médico, y eso hace que esté todo el día pegada al teléfono». De hecho, asegura que al ser un servicio muy de cercanía, «en el que prácticamente te conoces las medicaciones que necesita cada cliente», ha provocado que «si no localizan al médico me llaman a mí para que yo le pase el aviso y, por ello, creo, que las farmacias rurales nos hemos vuelto más esenciales de lo que éramos» y piensa que «mucha gente utiliza la farmacia para descargar, como una terapia psicológica», añade. Incluso, asevera que se ha tenido que encargar de buscar pilas de glucómetros para algunos de sus clientes «porque como no hay nada abierto al primer sitio al que recurren es a la farmacia».

Asimismo, la farmacéutica de Barrientos reconoce que ha tenido problemas con el abastecimiento de los medicamentos «porque hay medicinas que están controladas y según los pacientes que tengan asignados en cada farmacia te mandan el número de cajas justas y, el resto, ha habido muchísimas faltas porque hay fármacos que la producción real depende de China porque el principio activo viene de allí». No obstante, indica que «el abastecimiento se ha normalizado ya un poco porque al principio nos volvimos todos bastantes locos y todo el mundo quería tener sus medicinas».

Sin embargo, afirma que «el mayor problema ahora mismo es conseguir mascarillas porque no hay». En ese sentido, Amor explica que «al ser una farmacia pequeña no tienes posibilidad de comprar directamente. No puedo llamar a la empresa que las hace y pedirle 1.000 mascarillas porque no tengo esa capacidad y para adquirirlas la única solución es hacerlo a través de distintas cooperativas que venden mascarillas».

Según el titular de la farmacia de Sabero, Luis Álvarez, durante estas semanas se ha visto incrementado el trabajo, sobre todo por las mañanas, al contar el municipio de Sabero con una población envejecida y, mayoritariamente, jubilada; por lo que la mayoría cuenta con receta electrónica, suponiendo un incremento de los medicamentos por persona. Este profesional quiere recordar a todos los fallecidos por esta pandemia, haciendo un recordatorio especial para su amigo el médico que fuera de Sabero, Antonio Gutiérrez, señalando que, además de un gran profesional, era un buen amigo.

Por su parte, el farmacéutico de La Robla, recuerda los primeros días de la crisis sanitaria. «Todo nuestro empeño era buscar soluciones para todo el mundo. Por eso se nos ocurrió el repartir lociones hidroalcoholicas entre todos los que tenían que seguir trabajando expuestos al público y buscar mascarillas especiales para los más vulnerables y para la residencia de anciano». Por eso pidieron ayuda desde la farmacia a todos los vecinos de La Robla a través de las redes sociales. «Teníamos que informar a los pacientes, tranquilizarles o darles la medicación necesaria para que no saturasen el centro de salud».

Desde esta farmacia roblana se muestran especialmente orgullosos de la solidaridad de la gente de la Robla, que «cuando no había ningún tipo de mascarillas, se pusieron a coserlas y las trajeron a la farmacia para que pudiéramos repartirlas», y destacan que lo más duro para ellos ha sido «cuando te enteras de que gente a la que tienes especial cariño, se muere, solos, sin despedidas,con sólo nuestro corazón despidiéndose de ellos en silencio».

En este sentido concluye que desde las farmacias «se tiene miedo, claro, como todo el personal sanitario que estamos en primera línea, ya que positivos con o sin síntomas entran a la farmacia a por su tratamiento. Pero nuestro deber es ayudarles a ellos a curarse y a los demás a cuidarse», concluye.

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